dijous, de juliol 24, 2008

Un post partit en dos

Gràcies a una correntina m'assabento que al diari Pàgina/12 avui hi ha una entrevista prou sucosa a l’escriptor Jordi Carrión sobre el seu darrer llibre de viatges, La piel de la boca.

I després de llegir-la, ja que hi sóc, remeno una mica el diari argentí i veig la notícia dels canvis en el govern de CFK (amb salt del tigre inclòs) i a la secció de "Cultura y Espectáculos" hi ha una entrevista a Claude Chabrol que parla sobre la seva darrera pel·lícula i sobre l'alta burgesia. I en llegir-la m'he recordat d'una escena brutal de la facultat, parlant de l'estètica del XVIII francès el professor respon a un alumne agosarat: "Qui em torni a dir burgès, li foto un cop de puny!". Us en recordeu? O ho vaig somniar?


–En Una mujer partida en dos usted vuelve sobre su ambiente predilecto, el de la burguesía de provincia.

–Es que, a esta altura de las cosas, ésa es la única clase social que queda. Hace tiempo que estoy convencido de que no hay más que dos clases de personas: los burgueses y los que quieren llegar a serlo. Por eso es que ya no existe la lucha de clases: los que están afuera quieren entrar, eso es todo. Así que cuando me señalan que soy crítico de la burguesía, yo pienso más bien que lo que hago es un simple llamado al deber. El hecho de ser la única clase genera deberes...

–¿Podría hablarse de subclases de la burguesía?

–Eso sí. En Una mujer partida en dos aparecen varias, tal vez todas las que hay. A ver: está la hiperburguesía que representan los propietarios farmacéuticos; la burguesía media, encarnada por la mamá de la chica; la burguesía mediática (la gente de la televisión); la burguesía de negocios (los de la industria editorial) y lo que en Francia llamamos burguesía bobo (los burgueses bohemios), representada por el escritor.

–¿Ya no puede aspirarse a una definición única de la burguesía?

–Sí que es posible. Básicamente la sigue definiendo el culto de las apariencias, el vivir en estado de representación. Yo intento mostrar esto en las escenas que transcurren en restaurantes. Si se fija, va a ver que en esas escenas los personajes no comen. Lo importante es cómo y dónde se sientan, la manera en que se ubican en relación con el resto de los comensales.